Los Cuentos de Raúl comenzaron hace poco más de tres años; casi cuatro, como cuentos para antes de ir a dormir. El objetivo de los cuentos es aprovechar ese ratito de imaginación antes de ir a dormir para reflexionar sobre algún tema en particular y mostrar a los chicos aquello que está bien y lo que no está tan bien.
Es cierto que los cuentos tocan la tangente de lo real; en la mayoría de las veces; esto ayuda a los niños a conceptualizar la situación y hacer de una historia fantástica, un relato muy actual. La ausencia de hadas madrinas, de elfos, princesas y príncipes, no limita el asombro en cada relato, como tampoco resta magia en cada historia.
En el primer cuento, el nene no tenía nombre. Craso error. ¡Cómo se me ocurre contar un cuento en donde el participante no tenía nombre! Inmediatamente después del relato, vino la pregunta obligada: -Papá, ¿cómo se llama el nene? En los pocos minutos que duró el relato, a mis hijos les quedó más grabado la duda del nombre del protagonista que la enseñanza que el mismo cuento dejaba.
Esto me hizo entender que muchas veces debemos hacernos niños para entender lo que ellos quieren… lo que ellos buscan y necesitan. De haber pensado el cuento como niño, no me habría olvidado de mencionar el nombre al comienzo de la historia. Tal vez sea por ello que ahora siempre comienzo los cuentos con “Había una vez un nene llamado Raúl…".
Cuántas veces nos sucedió que, al entregar un regalo a un chico, les divierte más el envoltorio o la caja que el contenido. Ahora, al regalar, nunca olvido situarme en el lugar del niño y prestar atención de manera tal de asegurarme que el contenido le gane al continente.
A la duda del nombre del protagonista, no quise utilizar un nombre igual a la de los compañeros de mis hijos, es por ello que fue Raúl y no Gastón, o Ignacio, o tantos otros que están de moda en estos tiempos. Bautizando Raúl al protagonista, nos aseguramos que los chicos no reflejen en un amigo real al personaje de los cuentos. Al menos no con los compañeros escolares -hasta que ingrese un Raúl al colegio o al jardín . Un nombre menos conocido tal vez hubiera llevado los cuentos a un lugar más lejano -en el tiempo y en el espacio, hecho que tampoco quería para los relatos.
Los cuentos siempre dejan una enseñanza. A veces explícita en el mismo cuento, otras, no tanto. La realidad es que depende del nivel de sueño de los chicos: mucho sueño, más claro el mensaje; si hay poco sueño, entonces el relato los invita a pensar un poco más acerca del final.
Con los días, el cuento de Raúl se fue tornando un clásico para antes de dormir; a los chicos les encantan las aventuras de estos otros niños traviesos y se preocupan porque los mayores reconozcan el esfuerzo y dedicación, cuando corresponde, o el llamado de atención, cuando no se portaron del todo bien.
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